De la otra cara

Algo más que pintura

Antonio Núñez, desde sus primeros trabajos ha manifestado un interés por el fragmento. Sus obras poseen una visualidad en las que los elementos constitutivos parecen haber sido elegidos de manera aleatoria, siguiendo la idea surrealista del paraguas y la máquina de coser en la mesa de disección. Con esto me refiero a que es amante de las construcciones simbólicas, descontextualizando y recontextualizando un signo en un espacio que le es ajeno, entorno construido a base de otros signos que han sido también aislados y cuyo vínculo es generador de nuevas leyes. Las imágenes resultantes son metáfora de su experiencia personal, porque  están estrechamente relacionadas con el hecho de residir, desde 2002 en Alemania. Esto no solo ha influido en la convivencia de códigos aparentemente incongruentes dentro de la obra, sino también en su interés por la sociedad de consumo occidental en cualquiera de sus aristas posibles -pues sus series han involucrado desde el producto en sí mismo hasta las estrategias de publicidad-. Tiene una amplia producción pictórica, pero además, ha abordado con acierto el grabado, la fotografía, la instalación. Sin embargo, prefiere las manifestaciones contaminadas pues una de sus tendencias consiste en transgredir las leyes constitutivas de cada una, de modo que sus límites se hagan cada vez menos perceptibles. De la otra cara agrupa piezas hechas en pintura, pero asumida desde una perspectiva no tradicional, explotando posibilidades expresivas que la acercan a la instalación. Aunque parezca bizarro ha querido intervenir el espacio con lienzo, en los que se representan figuras que inquietan, procedentes del mundo del cine y de los afiches publicitarios. Igualmente incorpora motivos que se repiten incansablemente, que a la vez funcionan como una especie de ruido en el sistema y proporcionan una estética semejante a las de los papeles de regalos. Utiliza la técnica del collage y a veces la recrea, usando la propia pintura para dar el efecto abigarrado y convulso de los afiches y anuncios publicitarios que son pegados, arrancados y cuyas imágenes llegan a confundirse entre sí, en un ambiente enrarecido. Los personajes, que a veces interpelan al visitante o bien están imbuidos en el entorno de la pieza, han sido extraídos de su historia original y reubicados en otra, que el propio público irá descubriendo, porque sus planteamientos están lejos de ser axiomáticos, de hecho no le interesa para nada la intención del autor. Sus obras poseen un aura ambigua, misteriosa, que dejan al espectador con deseos de saber siempre más sobre lo representado y lo llevan a inventarse un mundo en el que siempre habrá algo más que pintura.

Chrislie Pérez