Pero se mueve

Una propuesta para mover el diseño cubano

Se trata de sillones que tienen nombres, nacionalidad y sentido común. Se llaman Pancho II, Gema, Mirarte, Luna, etc. Son cubanos y han entendido que en las casas de esta isla tropical hace falta frescura, ventilación y movimiento, para hacerle la vida más cómoda a un pueblo que toma los primeros biberones y cuenta las últimas historias meciéndose. El movimiento del sillón cierra el círculo de la vida del nacimiento a la niñez.

La Galería Villa Manuela de la UNEAC abrió sus salas a estos muebles que forman parte de una exposición de doce piezas nombrada «pero se mueve» Constituye una propuesta de los diseñadores Luis Ramírez y Miguel Garcés, quienes aseguran que trabajaron pensando en el clima de Cuba, donde sobran los muebles atiborrados de espuma y calurosamente tapizados.  En contraste, casi todas estas propuestas «transpiran, tienen aberturas, no son muebles cerrados, que es lo que asfixia a la persona» afirmó Miguel.

Los jóvenes creadores trataron de utilizar una amplia variedad de materiales, en busca de diversidad funcional y económica, a la par que demuestran un profundo interés por crear un elemento de identidad. El estudio de las tendencias del diseño contemporáneo y universal, es entendido por ellos como un camino conceptual para crear una línea de trabajo que responda a las necesidades nacionales.

Luis comentó: «nos encantó la idea de hacer algo diferente a lo que se hizo en la pasada exposición, que fue una exposición de sillas, pero seguir con el mobiliario, además el sillón no se ha trabajado prácticamente, hay muy pocos diseños contemporáneos, pues donde existe la costumbre del sillón es en Estados Unidos y casi todos son cargados de mucha madera, muy pesados, que no se ajustan en nada a la costumbre del cubano que creó la comadrita para ajustarla a los espacios».

De allí partió la idea, del arraigo que este mueble ha encontrado en la nación caribeña y de sus necesidades prácticas y estéticas, sin embargo, el mensaje de los creadores va más allá, desde el propio título de la exposición nos invitan a pensar en el movimiento cierto e imprescindible. Al decir de Gabriel, «pero se mueve» es una frase de Galileo de 1633 y en el 2007 tiene vigencia como si la hiciéramos para esta exposición, porque habla de la necesidad de mover una de las partes principales del diseño, porque estamos mermados de diseño de buen gusto, de cosas prácticas en nuestras casas.

Luis  aclaró que «es un enfrentamiento de Galileo a todos los que no creían que la tierra se mueve, pero esto no es un enfrentamiento a nadie, es un llamado a todos los que creen en el diseño a defenderlo y pienso que todos unidos lo sacaremos adelante; Cuba tiene espíritu, los diseñadores tenemos deseos, la quietud está más bien en la industria, que es la que hace falta que se ponga en función, que nos apoye»

El llamado, lo comparte la Directora del Museo Nacional de Bellas Artes, Moraima Clavijo Colom: «Formas puras y colores planos, la belleza de los diseños en su sencillez se contrapone al abigarramiento importado y falso que a veces aparece en el mobiliario que se oferta en el mercado. Apostemos por nuestros artistas, en este caso por nuestros diseñadores».

Miguel ha diseñado productos, manuales de identidad y stand en Ferias Internacionales. Luis obtuvo el Premio Nacional de Diseño Industrial con el Conjunto Coral en 1991. Ambos son graduados del Instituto de Diseño Industrial de La Habana y en 2005 crearon la marca Dekuba, que los identifica en cada una de sus propuestas creativas.

Hasta el 16 de noviembre permanecerá la muestra en Villa Manuela, con un mensaje de cubanidad, contra el estatismo estéril, la asimilación tácita de lo importado y pidiendo a gritos un diálogo dinámico entre los creadores y la industria, que complete la confianza del arquitecto José Antonio Choi: «A pesar del encantamiento cultural que caracteriza  la situación del diseño del objeto y la arquitectura en nuestro país, Luis Ramírez y Miguel Garcés han demostrado con talento y creatividad que el buen diseño insertado en la tradición cultural cubana aún está vivo y que el futuro puede ser esperanzador».

Por Giusette León García