Sexinética III

Osneldo García agosto 2010

E pur si muove

Una vez más Osneldo García y con él su arte y sus obsesiones intactos; como en estado de gracia. Para esta ocasión, con la exposición Sexcinética III en Villa Manuela, Osneldo reescribe una declaración de principios y como todo buen cultor de un arte que le es tan consustancial nos ratifica que él es de los buenos y tenaces y como tal morirá de cara al sol.

Osneldo es un premio nacional de las artes plásticas desde siempre y asentado en los libros desde el 2003. Su obra ha sido y será esa búsqueda y muestra de las necesidades más ocultas y obvias del hombre y de la esencia de su naturaleza; de esa naturaleza humana que se imbrica con la naturaleza del universo en su condición vegetal, animal y mineral. Las piezas que esta vez nos trae están ahí para recordarlo. Toda una producción del 2010 que es nueva y a la vez vieja en los recursos que la calzan, lo que le otorga una sabiduría aunque también se le siente cierta urgencia que a ratos nos deja una duda, como si todavía sólo viéramos el concepto de lo que luego será médula.

A pesar de lo que algunos quisieran descalificar como déjà vu o como piezas ortodoxas superadas por la tecnología, él las hace validar afincado en el concepto de que más sabe el diablo por viejo que por diablo y precisamente ahí está la hermosa sabiduría y fuerza de las obras que nos muestra. Obras donde el arte y el oficio de viejo artista y sabedor se dan la mano para demostrarnos que la novedad del ser humano, sus necesidades vitales, ansiedades y artificios están precisamente en sus ancestros y que a pesar de los nuevos tiempos de tecnología de punta, amenazas y desidias, su esencia sigue siendo la misma, como la de toda la naturaleza que subsiste en el planeta.

Todo es nuevo y a la vez lo mismo, ¡por suerte!?; es el mensaje que recorrida la exposición nos deja meditando. Cuando miramos las piezas, a cada una y al conjunto, comprobamos que este artista de tan fuerte bregar, se mantiene incólume en su mensaje y misión de recordarnos que lo primitivo del hombre sigue siendo su fortaleza. Osneldo se actualiza en la técnica de forjar el metal para que no quepan dudas sobre su contemporaneidad y a la vez no se cansa del imperio lúdicro del uso de telas y los viejos mecanismos de motor e hilos que tanta novedad y rédito le dieron tiempos ha, y que ahora, con toda intención, ratifica como esencia. Con ello parece decir que hay una evolución natural de la especie humana pero su condición corporal y espiritual sigue siendo la misma. Si el raciocinio y la inteligencia se han desarrollado como una flecha a partir de la segunda mitad del pasado siglo trayendo consigo un disparado progreso de la tecnología, Osneldo intenta hacernos ver que la intrínseca cinética humana tiene sus limitaciones y valores que están en conjunción con los de la naturaleza que nos rodea y debemos salvar. Para ello no se esconde en metáforas desquiciantes y se complace en mostrar que la vida sigue latiendo a partir de la efusividad de un corazón primitivo e indetenible, que tiene sueños como los de Yuliet, que el cuerpo humano evoluciona y está lleno de destellos fisiológicos que nos obligan y dan placer. Obligación y placer de pasar en un sentido y en otro por el venerado centro de la Pacha Mama en una pieza donde ya está dicho todo como resumen y homenaje a la madre tierra y a la mujer.

Si la vida misma está en la conjunción de las tan hermosas como elementales piezas del Pez León y la Concha Marina, la apoteosis de este recorrido llega cuando penetramos donde nos esperan la Afrodita en la ducha y el equilibrista levantado en su record. Aquí  no sabemos de momento qué hacer ganados por la prisa y la duda. Ante la descomunal figura de la afrodita y el diminuto equilibrista donde todo está superado, dicho y hecho en técnica, materiales y oficio, finalmente patentamos que hay un novedoso sabor antiguo, un homenaje a los ingenios mecánicos primitivos, a las iniciales figuras de los museos de cera y a los recintos de feria ambulante. Aquí donde todo parece, y es, tan ceremoniosamente rudimentario, Osneldo deposita el reducto de la esperanza en la condición primigenia del hombre. Lejos de la sexualidad elucubrada, el artista planta cara a los pequeños y sanos vicios consustanciales a los estadios y reflejos incondicionados del ser humano. Hombre y mujer, obras esenciales, primitivas, elaboradas con la técnica mas antigua y asistidos del voyeurismo y el exhibicionismo que forma parte en menor y mayor medida de cada uno de nosotros en el manual de la sexualidad instintiva y casi camuflada y postergada por tanto alarde postmoderno sobre sexo, mentiras y películas de video.

El arte de Osneldo es tan diáfano como el agua pero esta exposición es conceptual. Fiel a si mismo y a la causa de la naturaleza nos grita en pleno 2010 que la esencia humana sigue pasando por el filtro sexuado, que no sexista, que marca los instintos del hombre y eso es lo que nos salva. Si puede ser conceptualista la muestra de un pedazo de papel escrito y arrugado, una caja de zapatos vacía, o un gesto y el objeto más cotidiano sacado de contexto, a qué dudar que es un puro e inmutable concepto esa cotidianeidad cinética sexuada del hombre y la de la propia madre tierra así como esa obstinada  renuncia a los implementos de la mas novedosa tecnología para recurrir a motores e hilos tan antiguos pero eficientes como lo es la propia naturaleza del hombre.

Con él, parecen haberlo entendido también, la buena curaduría y museografía que Eliseo Valdés y el equipo de Villa Manuela nos regala.

Por Guillermo C. Pérez
La Habana, 16 de agosto de 2010

Obras

Corazón

Osneldo García 2010

Le petit pipí

Osneldo García 2010

Tiro al blanco

Osneldo García 2010

El destello

Osneldo García 2010

Concha marina

Osneldo García 2010

Evolución

Osneldo García 2010

Pez león

Osneldo García 2010

Pez León y Concha Marina

Osneldo García 2010

Artistas